Enrique antes de nada háblanos algo de ti ¿edad? ¿A qué te dedicas, aficiones, etc.?
Tengo 45 años, y trabajo como psicólogo y consultor, de manera independiente. Desde el año 1995 soy el responsable del Área de Psicología de AETSAS (Asociación Española de Técnicos en Salvamento Acuático y Socorrismo). Esto me permite seguir vinculado al ámbito del Socorrismo Acuático. Mi actual y principal afición es disfrutar de mi hija de cuatro años y continuar en la medida en que puedo haciendo deporte (practico kobudo, preparando ya el 3º Dan, y también sigo nadando y haciendo trailrunning y trekking con la familia).
¿Qué te motivo a realizar un curso de socorrismo?
El motivo principal fue verlo en referentes familiares. Pertenezco a una “saga” de socorristas. Mi hermano mayor y primos mayores se dedicaban a ello y yo iba a disfrutar del baño a sus lugares de trabajo. Cuando tuve edad, me certifiqué para trabajar y a partir de ahí me dediqué más de veinte años a ello. Durante doce años pertenecí al equipo de Socorristas Profesionales de la Comunidad de Madrid y en los últimos años de dedicación trabajé en la Instalación cubierta del pueblo de la Sierra de Madrid en que vivo.
¿Qué te impulsó una vez obtenido el título a convertirte en socorrista?
Cuando tienes 16-17 años, las motivaciones son bastante extrínsecas (obtener un salario, lograrlo a través de una tarea con bastante reconocimiento social entre tus iguales, hacer algo que crees que resulta sencillo,…). Desde luego los motivos fueron cambiando a medida que te das cuenta de la trascendencia de tu labor, tanto por los momentos cruciales y difíciles que afrontas, como por lo gratificante que resulta ayudar en situaciones críticas a alguien.
¿Recuerdas algún día de manera especial?
Recuerdo la primera persona a la que hice RCP tras haber sufrido un infarto y desplomarse cuando se disponía a entrar en el agua. Fue una “bofetada de realidad” de la trascendencia de tu presencia ahí. Acabó trasladado al hospital, donde murió. No obstante, fui felicitado por compañeros y jefes. Esto aún lo comento en mis clases: “El resultado de nuestra actuación a veces es incierto y no está totalmente bajo nuestro control, pero lo que el socorrista hace o no, eso sí está bajo su control. Hay situaciones en las que lo único que puedes elegir es actuar bien”.
Todo el mundo puede ser socorrista acuático profesional. Uno nace o se hace socorrista.
Exceptuando evidentes barreras físicas o intelectuales, claro, creo que todo el mundo puede ser socorrista potencialmente. El socorrista se hace, quizás, en los casos deseables, incluso antes de serlo. Ya hay una actitud de ayuda, de servicio al otro, que motiva, junto a otros aspectos a querer ponerse la camiseta. Los diamantes y las pepitas de oro salen de barrizales. Hay socorristas que “brillan” ya en los cursos, antes de tener su diploma. Otros necesitarán un ejercicio de “madurez” al que creo que los docentes, gestores, superiores, merecerá la pena que contribuyamos en la medida de nuestras posibilidades. Y por desgracia, como la fruta “golpeada”, encontramos de vez en cuando socorristas “pochos”, equivocados, “ciegos” frente al objeto real de su trabajo y a los que más que llamar socorristas hay que decir que “trabajan en un puesto de socorrismo”.
Ser socorrista es un trabajo, ¿físico o psicológico? ¿Por qué?
Como dicen los deportistas de élite, al menos la mitad del rendimiento tiene que ver con aspectos mentales. En socorrismo lo físico y lo psicológico van especialmente de la mano. Horas de vigilancia requieren de un autocuidado de los procesos de atención y concentración importantes, pero estos se ven facilitados por ejemplo, por el autocuidado del cuerpo a nivel de hidratación, mantenimiento de los niveles de glucosa, prevención de la exposición innecesaria a exceso de iluminación, calor,… Si nos vamos a las tareas de intervención en salvamento y socorrismo, sin duda la fuerza, resistencia, velocidad, a veces resultan cruciales. Pero junto a esta demanda física se necesita un componente de resistencia psicológica ante las fuentes de estrés que se vierten sobre el profesional en situaciones de emergencia.
Crees que al finalizar un curso de socorrista, realmente se está capacitado y preparado para trabajar.
¡Hay tantos cursos y tan diferentes en contenidos y carga lectiva! En algunos indudablemente no. Es incluso vergonzoso, y más aún, que cursos con regulación autonómica duren un pequeño puñado de horas. En mi opinión, un curso básico ha de contar con al menos 100 horas. A las que habría que añadir las necesarias para especializarse en socorrismo en ámbitos específicos (p.e. playas). Esperemos que haya avances en la regulación de la formación, como por ejemplo ya se están dando en la Comunidad de Galicia que sitúen las capacitaciones en el lugar que corresponde.
La crisis ha recortado puestos de socorrismo dejando al descubierto la seguridad de los usuarios. Tú que participas en la atención a las víctimas y sus familiares, y lo vives en primera persona, cuál es tu opinión al respecto.
Es inconcebible que los datos objetivos, que señalan el drama de las muertes por ahogamiento (superiores en estos años a las acaecidas por accidentes de tráfico), aun no haya hecho mella en la Administración Pública. Es hora de complementar la atención dedicada a la reducción de muertes por accidentes de tráfico a la que hay que dedicar a reducir las muertes por ahogamiento en el medio acuático. La tragedia de una muerte al volante y una por ahogamiento tienen el mismo calibre. En no pocos casos, los mecanismos que han llevado a la muerte (imprudencias, alcohol, etc.) son similares entre sí. La presencia de socorristas como agentes de prevención y de intervención si es necesario, es uno de los recursos más potentes que hay que cuidar y enaltecer. Si la sanidad y la educación es un área que no ha de entender de recortes, la seguridad en el medio acuático debería ser colocada en el mismo saco en un entorno orográfico, climatológico y cultural de marcado “talante acuático” como es España.
En las Certificaciones profesionales de “Socorrismo en Instalaciones Acuáticas” en el Módulo 1 se establece una carga horaria de 120 h de natación presencial y el Módulo 2 se establece una carga horaria de 40 h, 20 h susceptibles de formación a distancia. ¿Cuál es tu opinión?
Mi respuesta abre dos líneas. Igual que no comparto que para ser, por ejemplo Técnico en Emergencias Sanitarias” haya que enseñar al Técnico a conducir, sino que eso lo ha de traer ya sabido, creo que debería de haber un requisito previo de saber nadar “bien” que permitiera redistribuir esa carga horaria, ya que hay otros contenidos que es lógico que se aprendan “desde cero” en estos cursos.
Respecto a la formación a distancia, el problema no es “la herramienta” sino el diseño que de ella se haga. Un cuchillo con forma de cuchillo, pero sin filo, no sirve para cortar. Con la formación a distancia la cuestión es diseñar metodologías que permitan que el alumno reciba mucho más que la lectura de unos apuntes y un test de evaluación. Afortunadamente con las plataformas multimedia es posible y este tipo de formación debería enfocarse en esta dirección, donde se puede estar “presente” a través del ordenador de cada uno.
¿Qué te impulso a escribir sobre aspectos psicológicos en el socorrismo?
Mientras hice la carrera de Psicología, trabajaba como socorrista (y seguí haciéndolo unos años más). Al acabar la carrera hice un master en Psicología del Deporte y fui reconociendo el potencial aplicado que tenía la Psicología en el ámbito del socorrismo y de la emergencia en general. El profesor José Palacios me dio la oportunidad de contribuir con temas de Psicología en la formación a Técnicos y profesores y todo ello fue creciendo y desarrollándose. Actualmente, no solo imparto Psicología aplicada al Salvamento y Socorrismo. También he desarrollado temas aplicados a la labor del bombero, el policía (en diferentes equipos operativos), el emergencista extrahospitalario, y hasta el psicólogo de emergencias…
¿Por qué recomendarías ser socorrista acuático profesional?
No sé yo si lo recomendaría, (je, je,…). Creo que sigue siendo un trabajo poco apreciado por la sociedad, si bien, es una labor en la que la atención al ciudadano y la relación de ayuda tienen un notable protagonismo en la esencia del trabajo. Si una persona valora estos aspectos como característica profesional, ser socorrista profesional le va a permitir dinamizarlos.
¿Qué ha aportado a tu vida el socorrismo?
Yo tengo claro que quiero trabajar en relación de ayuda. El socorrismo ha sido una experiencia de “apertura de ojos” progresiva al tipo de tarea profesional que quería desempeñar. Cuando me hice psicólogo y aun trabajaba de socorrista, seguía viendo el socorrismo como algo “perecedero” más antes que después. Sin embargo, más de diez años después de licenciarme, seguí compaginando mi rol de socorrista profesional con el de psicólogo, hasta que los viajes y el tipo de actividad que realizo me complicaron la agenda. Reconozco que lo echo de menos, aunque mi vida como psicólogo es muy dinámica e interesante.
Define con una palabra a un socorrista
Un profesional de la relación de ayuda dedicado a facilitar que las personas disfruten de un baño seguro, que se recuerda que trabaja para las personas que disfrutan del entorno acuático (sin servilismo pero con actitud de servicio).
Enrique para finalizar, ¿cuáles son tus consejos para intentar ser un buen socorrista?
* Conocer DE VERDAD en qué consiste el trabajo, su importancia y su repercusión.
* Conocerse bien y tomar conciencia de si se está dispuesto a SER socorrista.
* En caso afirmativo, desarrollar y MANTENER las capacidades físicas, técnicas y psicológicas que conviene poseer.
* Hacer “espacio” para los aspectos ingratos que tiene esta profesión e impregnarse hasta calarse de los aspectos gratificantes.
* Dignificar la profesión que se tiene. Uno también queda dignificado.